¿Cómo experimentan los turistas la vida en lugares que hacen inhabitables? Un activista mallorquín, un arquitecto centroeuropeo y un experto en marketing inglés debaten sobre el turismo excesivo en el episodio de hoy de la tertulia Standard Time.
Los viajes internacionales se han convertido en un símbolo de estatus y en una expectativa anual para muchos europeos, pero las populares ciudades de toda Europa parecen no poder permitirse recibir a tantos turistas.
Venecia, por ejemplo, tiene una población de 55 000 habitantes y una afluencia de 20 millones de turistas al año, la mayoría de los cuales llegan en cruceros y pasan allí sólo unas horas. Estas visitas rápidas dejan en Venecia pocos ingresos o beneficios para la economía local, pero una gran presión sobre el tráfico, los espacios públicos y las infraestructuras.
Venecia ofrece pocas oportunidades laborales aparte del turismo, y los precios de la vivienda están por las nubes. Los propietarios convierten lo que podrían ser viviendas familiares y alquileres de renta baja en lucrativos alojamientos vacacionales de corta duración. Esto está provocando la despoblación: los residentes permanentes de la ciudad han pasado de 120.000 a 55.000 en las últimas 3 décadas. Según Jonathan Keates, presidente de Venice in Peril, si la población cae por debajo de los 40.000 habitantes, Venecia dejará de ser una ciudad viable y viva.
Amsterdam se ha convertido en los últimos años en “la Venecia del Norte”, con sus 20 millones de turistas al año. El turismo de fiesta se ha centrado en el famoso barrio rojo, y muchos visitantes tienen comportamientos ofensivos como orinar en público, vomitar, tirar basura, emborracharse y hacer ruido. Este perturbador turismo de fiesta ha llevado al Gobierno a crear un anuncio dirigido específicamente a los hombres ingleses de 18 a 35 años para que se mantengan alejados de Ámsterdam, en el que se muestra a un tipo borracho al que la policía esposa, toma las huellas dactilares y le hace una foto de ficha policial.
Pero estos problemas no se limitan a las rutas de los grandes viajes de la alta burguesía inglesa del siglo XIX: el vacío salarial europeo crea precios muy diferentes en todo el continente, y mucha gente viaja a países más baratos para relajarse y sentirse rica por una vez. Aunque los países del sur y el este de Europa obtienen muchos ingresos de este fenómeno, también perturba sus economías locales, sobre todo en lo que respecta a los mercados inmobiliarios, el transporte público y la vida cultural.
Esto es tan cierto en Praga o Budapest como en Mallorca o Barcelona, donde los residentes locales han empezado a protestar por los efectos de una economía desequilibrada y quieren limitar el número de turistas que llegan. Los gusests de esta semana debaten posibles souliciones, desde prohibiciones a regulaciones, y el concepto de turismo regenerativo.
Invitados
Júlia Isern es abogada y embajadora del Pacto Climático de la UE desde Mallorca, es la portavoz de “Menos Turismo, Más Vida”. Esta plataforma ha conseguido situar la cuestión del sobreturismo en la primera línea del discurso público.
Bálint Kádár es unarquitecto, comisario y estudioso del urbanismo de Budapest. Lleva décadas investigando el turismo urbano en Viena, Praga, Budapest y Mallorca.
Alan Godsave es un londinense que ha vivido y trabajado en Europa Central y Oriental durante los últimos 25 años. Es miembro del Chartered Institute of Marketing del Reino Unido y director de programas de la International Business School de Budapest.
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